Cada año, unos 45 millones de toneladas de ceniza procedentes de las centrales térmicas de carbón acaban en la basura. ¿Y si transformamos estos desechos en ladrillos evitando su impacto ambiental? Esta fue la idea del ingeniero civil ya jubilado Henry Liu, mientras trabajaba en una de estas centrales.
En la actualidad, Liu preside la empresa Freight Pipeline, que trata de que sus ladrillos ecológicos, a los que ha llamado “Fly-Ash Brick” (foto), se extiendan por todo el mundo. Entre sus ventajas frente a los convencionales, además de su capacidad de valorización de las cenizas, se encuentran sus propiedades: son más ligeros y consumen menos energía al necesitar tan sólo una temperatura de cocción de 60º C (los ladrillos normales requieren hornos que alcancen unos 900º C). Además, son capaces incluso de absorber del aíre pequeñas cantidades del tóxico metal de mercurio.
Por esta buena idea, Liu ha recibido el apoyo de la Fundación Nacional para la Ciencia (NSF) de Estados Unidos y en 2007 logró el premio de los mejores inventos del año de la revista Popular Science.
Iniciativas similares pretenden recuperar otro tipo de residuos como materia prima de ladrillos. El proyecto Sandplast, financiado por el programa Eureka de la Unión Europea (UE), ha reunido a varias empresas y centros tecnológicos de España, Letonia y Lituania para producir materiales de construcción de hormigón sin cemento a partir de residuos poliméricos (plásticos como botellas de plástico o envases de yogur) y rellenos inertes.
Estos ladrillos de “hormigón polimérico” tienen el mismo aspecto que los normales de cemento, pero absorben menos agua, por lo que resisten muy bien las variaciones de temperatura. Sus responsables creen que cuando mejoren su proceso de fabricación serán más económicos que los ladrillos comunes. Por el momento, han utilizado este material para crear pavés de acera y un tipo de hormigón ligero.
Por su parte, el Centro Experimental de la Vivienda Económica de Argentina también ha utilizado el plástico usado, e incluso cáscaras de cacahuete, mezclado con cemento, para elaborar ladrillos y paneles. Según sus impulsores, estos ladrillos presentan una serie de ventajas: son más baratos, resistentes, aislantes y ligeros que los convencionales; no requieren grandes instalaciones; se pueden serrar y clavar con facilidad; y son más ecológicos al ahorrar energía y reciclar materiales.
Algunos investigadores tratan de que estos ladrillos, además de ecológicos, tengan alguna propiedad útil. Por ejemplo, del proyecto “Agua Cero: como sacar agua de las piedras”, impulsado por la Federación Española de Centros Tecnológicos (FEDIT), ha surgido la idea de crear unos ladrillos cuyo material sea capaz de absorber la humedad del ambiente, de manera que mediante un sistema de canalización en las fachadas aprovecharía el agua resultante para sus inquilinos. En el proyecto participan diez centros del FEDIT, y ha ganado el primer premio (10.000 euros) de esta federación.
Ladrillos de cáñamo y paja
Otras iniciativas parten de materiales naturales, más tradicionales, que asumen los principios ecológicos y de construcción bioclimática, y que se han utilizado ya en diversas casas en España. Por ejemplo, en Guadix (Granada), la empresa Cannabric fabrica de forma artesanal ladrillos de cáñamo, cal hidráulica natural y una mezcla de minerales, además de tierra de las cuevas de la zona.
Su responsable, la arquitecta Monika Brümmer, enumera diversas ventajas de estos ladrillos: su resistencia es parecida a los normales, que ganan a estos en la capacidad de regular la temperatura, la humedad ambiental y de aislar los ruidos. Además, los materiales son naturales y no precisan de pesticidas. No obstante, reconoce que son más caros que los convencionales, aunque asegura que su coste se amortiza en pocos años gracias al ahorro de energía que suponen.
Ladrillos luminosos
Algunas iniciativas ofrecen modelos sorprendentes. Los “Solar Brick Light” son unos ladrillos tipo baldosa que se iluminan por la noche al recargarse con energía solar. Por ello, pueden ser muy útiles para pavimentar caminos en jardines o entradas en las viviendas. Su precio, unos 32 euros, es algo elevado, pero pueden contribuir al ahorro de energía de forma interesante y ayudar a decorar con estilo.
En la actualidad, Liu preside la empresa Freight Pipeline, que trata de que sus ladrillos ecológicos, a los que ha llamado “Fly-Ash Brick” (foto), se extiendan por todo el mundo. Entre sus ventajas frente a los convencionales, además de su capacidad de valorización de las cenizas, se encuentran sus propiedades: son más ligeros y consumen menos energía al necesitar tan sólo una temperatura de cocción de 60º C (los ladrillos normales requieren hornos que alcancen unos 900º C). Además, son capaces incluso de absorber del aíre pequeñas cantidades del tóxico metal de mercurio.
Por esta buena idea, Liu ha recibido el apoyo de la Fundación Nacional para la Ciencia (NSF) de Estados Unidos y en 2007 logró el premio de los mejores inventos del año de la revista Popular Science.
Iniciativas similares pretenden recuperar otro tipo de residuos como materia prima de ladrillos. El proyecto Sandplast, financiado por el programa Eureka de la Unión Europea (UE), ha reunido a varias empresas y centros tecnológicos de España, Letonia y Lituania para producir materiales de construcción de hormigón sin cemento a partir de residuos poliméricos (plásticos como botellas de plástico o envases de yogur) y rellenos inertes.
Estos ladrillos de “hormigón polimérico” tienen el mismo aspecto que los normales de cemento, pero absorben menos agua, por lo que resisten muy bien las variaciones de temperatura. Sus responsables creen que cuando mejoren su proceso de fabricación serán más económicos que los ladrillos comunes. Por el momento, han utilizado este material para crear pavés de acera y un tipo de hormigón ligero.
Por su parte, el Centro Experimental de la Vivienda Económica de Argentina también ha utilizado el plástico usado, e incluso cáscaras de cacahuete, mezclado con cemento, para elaborar ladrillos y paneles. Según sus impulsores, estos ladrillos presentan una serie de ventajas: son más baratos, resistentes, aislantes y ligeros que los convencionales; no requieren grandes instalaciones; se pueden serrar y clavar con facilidad; y son más ecológicos al ahorrar energía y reciclar materiales.
Algunos investigadores tratan de que estos ladrillos, además de ecológicos, tengan alguna propiedad útil. Por ejemplo, del proyecto “Agua Cero: como sacar agua de las piedras”, impulsado por la Federación Española de Centros Tecnológicos (FEDIT), ha surgido la idea de crear unos ladrillos cuyo material sea capaz de absorber la humedad del ambiente, de manera que mediante un sistema de canalización en las fachadas aprovecharía el agua resultante para sus inquilinos. En el proyecto participan diez centros del FEDIT, y ha ganado el primer premio (10.000 euros) de esta federación.
Ladrillos de cáñamo y paja
Otras iniciativas parten de materiales naturales, más tradicionales, que asumen los principios ecológicos y de construcción bioclimática, y que se han utilizado ya en diversas casas en España. Por ejemplo, en Guadix (Granada), la empresa Cannabric fabrica de forma artesanal ladrillos de cáñamo, cal hidráulica natural y una mezcla de minerales, además de tierra de las cuevas de la zona.
Su responsable, la arquitecta Monika Brümmer, enumera diversas ventajas de estos ladrillos: su resistencia es parecida a los normales, que ganan a estos en la capacidad de regular la temperatura, la humedad ambiental y de aislar los ruidos. Además, los materiales son naturales y no precisan de pesticidas. No obstante, reconoce que son más caros que los convencionales, aunque asegura que su coste se amortiza en pocos años gracias al ahorro de energía que suponen.
Ladrillos luminosos
Algunas iniciativas ofrecen modelos sorprendentes. Los “Solar Brick Light” son unos ladrillos tipo baldosa que se iluminan por la noche al recargarse con energía solar. Por ello, pueden ser muy útiles para pavimentar caminos en jardines o entradas en las viviendas. Su precio, unos 32 euros, es algo elevado, pero pueden contribuir al ahorro de energía de forma interesante y ayudar a decorar con estilo.
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